El desierto que se cree mar para que nade junto al pez gato
Al dormir el gran desierto devoró mi cuerpo y, solo, en aquella inmensidad me sentà perdido, camine cientos de kilómetros y lo único que encontré fue a mi gato eterno, que como siempre esperaba por mi, pero nunca llegue a algún lugar. Finalmente cuando ya me habÃa hecho a la idea que morirÃa en aquel desierto llegue a un oasis que se convirtió en un mar, y yo solo era un pequeño pez, nade y nade pero nunca vi mas peces, solo mi gato que ahora era un pez-gato, nunca llegue a una isla y cuando ya habÃa decidido morir en aquel mar, desperté y supe que mi cama es muy grande cuando tu no duermes en ella.
En la puerta de mi casa
El llanto era descomunal y los gritos eran insoportables , fue horrible, fue como si desgarraran mi alma, toda la noche sentà ese llanto que penetraba mi cuerpo y carcomÃa mi ser, pensé en que era aquello tan horrible que le hacÃan a este pobre ser que lloraba tan intensamente y cuando no aguante mas, decidà investigar el origen del llanto y al llegar a la puerta de mi casa, vi como mi gato morÃa en maullidos que erizaban cada uno de mis vellos, mi gato maullaba en alaridos, porque toda la noche habÃa esperado frente a la puerta de mi casa, esperaba a que entraras a dormir a mi lado.
El gato miraba y miraba
El gato miraba y miraba y yo sin saber me revolcaba en la cama, giraba de lado a lado, sudaba y sudaba, yo no me percataba de ello, pero mi gato miraba y miraba y yo estiraba los brazos que caÃan al vació y cruzaba las piernas que se rozaban entre si y el gato miraba y miraba, luego tire la cobija a un lado y el gato miraba y miraba, y recorrà mi mano por ella y mi cara se empezó a helar como si estuviese lloviendo, mi cama se transforma en una gran piscina y el gato miraba y miraba y el gato me despertó y dijo:
No la busques mas, no llores, hoy ella no dormirá contigo. Esta noche ella no esta aquÃ.
Los rayos del sol y el gato baboso
Sentà un frÃo desgarrador y cada vez mas la hipotermia consumÃa mi cuerpo, mis manos temblaban, mis labios tiritaban, mis dientes rechinaban. En aquel terreno cubierto de nieve como un nevado, solo esperaba que saliera el sol y me calentara un poco, finalmente sentà un poco de calor, algo calentaba mi cara y me hacia salir de mi letargo. Con la cara llena de babas calientes gracias a los lenguetazos de mi gato me di cuenta que las noches son muy frÃas sin tus abrazos.
El gato que navegaba en barco por mi casa
Agua, charco y humedad fue lo que sentà al ingresar a mi casa, cuando puse el primer paso tras abrir la puerta, mi casa estaba inundada y por las paredes el agua caÃa como manantial, los grifos estaban todos abiertos y el agua ya habÃa inundado todos los cuartos, al oÃr el maullido corrà a ver como estaba mi gato y vi como habÃa subido a la cama para evitar mojarse, cerré las llaves pero aun en las paredes, el agua corrÃa como manantial, ahora debo navegar en balsa por mi casa y he comprado un pequeño barco de juguete para mi gato, pues mi casa ha dicho que no dejara de llorar hasta que vuelvas.
La cobija rebelde
Toda la semana he sentido un frÃo terrible y aunque al dormir siempre me cobijo, cuando logro que darme dormido mi cobija cae al piso y arropa mi gato, y es que ahora la cobija me ha dicho que no piensa cobijarme a menos que tu piel toque un pedazo de su tela.
El gato miraba y miraba y yo sin saber me revolcaba en la cama, giraba de lado a lado, sudaba y sudaba, yo no me percataba de ello, pero mi gato miraba y miraba y yo estiraba los brazos que caÃan al vació y cruzaba las piernas que se rozaban entre si y el gato miraba y miraba, luego tire la cobija a un lado y el gato miraba y miraba, y recorrà mi mano por ella y mi cara se empezó a helar como si estuviese lloviendo, mi cama se transforma en una gran piscina y el gato miraba y miraba y el gato me despertó y dijo:
No la busques mas, no llores, hoy ella no dormirá contigo. Esta noche ella no esta aquÃ.
Los rayos del sol y el gato baboso
Sentà un frÃo desgarrador y cada vez mas la hipotermia consumÃa mi cuerpo, mis manos temblaban, mis labios tiritaban, mis dientes rechinaban. En aquel terreno cubierto de nieve como un nevado, solo esperaba que saliera el sol y me calentara un poco, finalmente sentà un poco de calor, algo calentaba mi cara y me hacia salir de mi letargo. Con la cara llena de babas calientes gracias a los lenguetazos de mi gato me di cuenta que las noches son muy frÃas sin tus abrazos.
El gato que navegaba en barco por mi casa
Agua, charco y humedad fue lo que sentà al ingresar a mi casa, cuando puse el primer paso tras abrir la puerta, mi casa estaba inundada y por las paredes el agua caÃa como manantial, los grifos estaban todos abiertos y el agua ya habÃa inundado todos los cuartos, al oÃr el maullido corrà a ver como estaba mi gato y vi como habÃa subido a la cama para evitar mojarse, cerré las llaves pero aun en las paredes, el agua corrÃa como manantial, ahora debo navegar en balsa por mi casa y he comprado un pequeño barco de juguete para mi gato, pues mi casa ha dicho que no dejara de llorar hasta que vuelvas.
La cobija rebelde
Toda la semana he sentido un frÃo terrible y aunque al dormir siempre me cobijo, cuando logro que darme dormido mi cobija cae al piso y arropa mi gato, y es que ahora la cobija me ha dicho que no piensa cobijarme a menos que tu piel toque un pedazo de su tela.
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